Cirugía reconstructiva (de la serie 200)

Al llegar a Jápeto, el navío “La gallarda” recibió este mensaje: “No moleste con preguntas cojudas”.
La cirujana, Miss Rebba de Clavius, de los honorables clanes de aguateros, abrió frecuencias:
–Hay quemaduras por estribor; la quilla y grúas rotas. ¿Alguna otra dolencia?
“De amores” pensó “La Gallarda”.
–Ninguna. Quiero parecer humana.
–¿Créditos cargados a…?
–Sindicato de Cargueros, Épsilon del Eridano.
–Eslora, manga, calado, niveles de oxígeno…
–Anidado… Pero, ¿oxígeno? Vine sin tripulantes.
–¿Permiso de travesía sin tripulación?
–Anidado en su terminal.
–Su intervención requiere oxígeno… señora. Aquello duplica el costo del kilovatio-hora.
–…Proceda.
–¿Preferencias antropomorfas?
–…Me abochorna…
–No sea cursi. Todas quieren grandes tetas.
–Quiero gustar, simplemente; coloque sensores, conforme a la lista.
–La intervención consiste en una escultura oxidante sobre fuselaje; el coralio atacará el oxígeno, pero el vacío lo matará. Ese cadáver modelado será su nueva apariencia. ¿Aprobado el procedimiento?
–¿Hay peligro?
–Seguro. El coralio es un espécimen inestable, suele mutar.
–¿Dolerá?
–Seguro. Vuestros sensores acusan golpes meteóricos, impacto de rayos gamma; esto es peor…
–He visto naves ñarusas… quisiera una apariencia más…
–¿Carnal, satinada? ¡Estos amantes! –suspiró la cirujana–. El suyo es macho, hembra, gay, trans…
–Se llama Cecilia.
–¡Le gustarás, no temas! ¡La que sigue!

Cirujía2

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“La de tacones”, (de la serie 200)

Navegantes

Ambos salieron del bar del “Navegante Solitario”.
El más locuaz era un astronauta viejo y ajado, de crédito solvente; el joven estaba tristemente quebrado y jumo.
-¿Te llevo a tu nave?
-Sólo si adivina cuál es.
Se detuvieron a chequear el itinerario de PortoCalisto con sus naves atracadas.
-Le apuesto un trago -dijo el joven- a que adivino cuál es su nave, y que usted no acierta a cuál pertenezco.
El hombre mayor repasó con empeño las siluetas de las naves.
-¡Su nave! –Dictaminó el joven señalando un navío de rotor en proa, bodegas al fuste y toberas a popa.
El hombre mayor continuaba hipnotizado por la visión de 30 naves…
-¡Entonces era cierto, en este cuadrante las naves son hembras!
-Y, de paso inconstantes y vanidosas… Van modificándose conforme intiman con su tripulante favorito. Invierten su antimateria en viajar hasta Jápeto donde hay una cepa de coralio y se someten a esas transformaciones que nos hacen babear.
-¡Listo muchacho, la tuya es la de tacones! ¡Y te ha dejado por otro!
-¿De dónde viene?
-De Orión. Traigo al relevo para “La Gallarda”.
-Claro… Una tal Cecilia.
-¿La Gallarda era tu hembra? -dijo perplejo, el viejo-. ¡Venga, muchacho, te mereces muchos tragos!