Murió en Aléxandros en 4906 AD
Su fiesta se celebraba el 12 de Janeiro en el antiguo calendario litúrgico.
Cuenta la tradición que los padres de Eulalia (nacida Eurfrasia) no tenían descendencia a pesar de sus ruegos constantes y peregrinaciones a los Panteones Libres de Proteus, cuarto planeta de Nasurayev. Quiso la Providencia que la futura madre pidiera a una de las doce Vírgenes islamocristianas que interceda por ellos. Cuando la joven Eulalia conoció las circunstancias de su nacimiento cambió su nombre y se hizo cristiana.
Patroclus, quien sería después vicario en el planeta Alexandros, fue testigo de la muerte de Eulalia quien era para entonces una Diaconesa de la Virtud de edad avanzada. Su vida y milagros está registrada en una epístola que él, en persona, hizo circular en la red de Gnemonia y que fuera preservada de la piratería visigótica por Leonardo Fabio, obispo del planeta Argenta:
Queridos hermanos, que el Señor more entre vosotros.
Ha estallado una persecución contra los islamocristianos, por parte del populacho pagano de Proteus, en este el XV año del emperador Aminadab, el Bobo. Los fieles (Dios los tenga en su gloria) fueron arrastrados sin compasión fuera de sus casas y sus comunidades saqueadas. La persecución comenzó cuando un bardo proteico profetizó desastres planetarios causados por la presencia de nuestros hermanos, considerados impíos por no adorar a las deidades protectoras de Proteus, que ya suman el millar. A pesar de sus ruegos y abluciones, las manchas solares de Nusarayev y su estrella compañera Ambartsumián, arrasaron con las estaciones agrícolas de Trimegisto, el planeta menor.
Estos fueron los venerables mártires:
El primero fue el anciano Pausanias, a quien obligaron a proferir blasfemias contra el Altísimo. Cuando se negó, lo raparon, le clavaron hipodérmicas con nano asesinos intravenosos y lo mataron, literalmente, con la indiferencia.
Luego, la mahdi cristiana Octavia Fletcher fue llevada a uno de los panteones de Proteus para inducirla a realizar gestos de idolatría. Ella se dirigió a los falsos dioses con palabras de tanto desprecio que los cimientos del templo, adaptados a la diáfana y armoniosa frecuencia de las palabras sagradas de los sacerdotes y vestales de Proteus, cedieron ante la glosolalia de la mujer hasta colapsar, sepultándola junto a los infieles allí presentes. Por esos días, los fieles (que de la gloria de Dios gocen) no resistían, sino que fugaban al espacio, abandonando sus pertenencias sin queja, tan despegados estaban sus corazones de todo germen de posesión terrena. Su constancia fue tan vehemente y ejemplar, que no sé de ninguno que haya renunciado a la fe.
Finalmente se apoderaron de la diaconesa Eulalia, una anciana decodificadora y venerable. Conocedores de sus destrezas, todos los impíos presentes se mofaron a la vez y le sacaron la lengua, lo cual en este mundo provoca en el intérprete un ataque letal de flebitis. Después le dieron la espalda y se negaron a mirarla lo cual, en este mundo, provoca anorexia; y aun después, no satisfechos, ciertamente, de sus torturas sin cuento, prendiendo una gran hoguera fuera de la ciudad, la amenazaron con arrojarla dentro embutida en un traje de asbesto-fast que, como todos saben, es cancerígeno instantáneo, si no pronunciaba ciertas palabras impías contra el Hacedor. Eulalia les rogó que le dieran unos momentos de tregua, como si fuera a considerar su posición. Entonces, para dar testimonio de que su sacrificio era perfectamente voluntario, tan pronto como la dejaron libre, se lanzó dentro de las llamas sin el traje perjuro…
En la mayoría de las regiones de los mundos federados de Gnemonia se levantan iglesias y minaretes dedicados a Santa Eulalia, pero no se la venera en ninguno de los mundos de Nusarayev, aun cuando sufrió en Proteus. Ya San Agustín, un santo de las eras preatómicas del mítico planeta madre, explicaba por qué razón una mujer como Eulalia anticipó su muerte. El santo decía que, en tales casos, es de fieles y leales obrar por una dirección particular del Espíritu Santo, porque de otra manera no sería lícito hacerlo; porque nadie puede apresurar su propio fin.
Se la invoca a Santa Eulalia contra la vergüenza y el escarnio, contra los efectos de las dietas adelgazantes y las quemaduras. Por esa razón es la protectora de cocineros y bomberos, por igual. En las iconografías más antiguas se la representaba con el rostro verde, con su diestra verde y la zurda roja, y con una gran áspid multicrom, a sus pies.