Santa HOLANDA CLIT VALENTE

Santa Holanda Clit Valente

Virgen y mártir, fallecida en 6403. (Mucho se discute si, por ventura, se trata de la misma Holanda venerada en todos los mundos de Tau Ceti)
Fecha consagrada a su memoria en el Santoral de Tau Ceti: Nevoso 10

Nacida en Kappa Ceti, bajo el brillo de Belenos. Fue torturada durante la persecución de Nicolágeno, el iconoclasta. Se le venera en Aléxandros, en los mundos Veganos, en Lambda Arcturus y en Dracoferrata. Los restos que reposan en una cripta de la catedral de Tau Ceti desde 7612 han sido atribuidos insistentemente a la doncella. Sus pobladores aseguran que la chica fue rescatada de una nave al garete.

Maximilia, gobernadora plenipotenciaria de los mundos de la Liga Tracia durante el Cisma Iconoclasta, regencia de Nicolágeno, recorre los mundos conocidos persiguiendo creyentes. Entra al sistema de Belenos y ya en Kappa Ceti, arrasa el planeta sin tregua. Holanda, una niña de diecisiete años reta a las conciencias de sus paisanos: “¿A qué aguardan? ¿Es que ninguno o ninguna tienen el valor de presentarse ante esa estúpida iconoclasta y echarle en cara el pecado que comete persiguiendo a los que no hacen daño, a los que no practican el mal? Demostrad, cobardes, que sois creyentes y que defendéis al Mesías ultrajado”.

El gran poeta Napolitano Visconti canta maravillas de la inocencia y del celo por el Señor de los que Holanda era depositaria fiel. Sus padres, que conocían de sus arrestos, y que la sabían capaz de recriminar a la gobernadora, se la llevan a los lejanos mundos de la Liga Vegana. Pero desde su nuevo hogar, y a pesar del martirio de sólo comer verduras, la chica recordaba la situación de sus hermanos y no podía dormir.
Sin embargo Holanda era una niña que guardaba secretos que la llenaban de sentimientos contradictorios y confusos. Al menstruar por primera ocasión, prometió al Señor que permanecería virgen a perpetuidad si Este le mostraba el ingreso al Paraíso. Inmediatamente la niña cayó en trance y allí mismo se despojó de toda prenda terrena, de todo adorno y ornamento, de todo perfume y tocados y ofreció su cuerpo aun imberbe. A nadie refirió su visión extática ni que sus partes pudendas, sin contacto digital, cuando se inflamaban y latían, le conferían la inédita visión de la puerta estrecha.
Cierta vez, después de su visión, y a pesar del abatimiento post extático que la postraba, se levantó sigilosa y abandonó la casa camino del astropuerto. Pronto advirtió conmovida que un cortejo de ángeles iluminaba su camino en aquella noche aciaga. Al amanecer los inductores de campo de su nave la llevaron por los agujeros de gusano menos frecuentados ante el palacio ocupado por Maximilia. Para gran contrariedad de la gobernadora, a voz en cuello y con gran fervor, se erigió en defensora de sus hermanos y maldijo las persecuciones organizadas por Nicolágeno, el emperador iconoclasta. Maximilia, haciendo alarde público de tolerancia y conocedora de las debilidades del iconoclasta, comunicó a Nicolágeno de la existencia de la chica. Este sintió curiosidad y, pensando que la atraería con sus halagos, hizo que compareciera ante él con holocuerpos cambiantes. Holanda, al verse ante el emperador le dijo con valentía: “Decidme, puerco, ¿qué clase de furia es la que os empuja a perseguir almas y cuerpos que no hacen mal, y solo porque adoran a la misma Providencia que tú dices venerar? Eres peor que un idólatra y nada podrás hacer contra nosotros. El Omnipotente nos defiende”.

Nicolágeno, sintiéndose retado a persuadirla de convertirse en pecadora, se inhibió de matarla, pero la entregó a un grupo de sensualizadoras. Estas mujeres, expertas en toda suerte de artes amatorias, la observaron en secreto y constataron la estrecha relación que había entre el arrebato extático y su zona íntima. Le comunicaron la novedad al emperador quien, muy entusiasmado por el hallazgo, decidió que él en persona dirigiría la estrategia de persuasión. Se infiltró en la celda de la chica cuando esta salía de su trance, la hizo atar y hurgó sus partes pudendas con sus dedos. Un grito de dolor recorrió los pasadizos de las mazmorras cuando el emperador se atrevió a tocar aquel sitio santo, santo, santísimo. Cuando los guardias irrumpieron en la celda hallaron al emperador seco, como exprimido, en un mar de sangre. Antes de morir ordenó a las sensualizadoras que practicaran una ablación del clítoris de la chica. Holanda, llena de coraje, les dijo: “No pierdan el tiempo, idiotas, pueden torturarme, triturarme, descuartizarme en pedazos y esparcir mis despojos por toda la galaxia, que no podrán conmigo”.
Para cumplir la voluntad de Nicolágeno, se dispuso que un cirujano brutal le practicara la ablación de su clítoris sin anestésicos. A la mañana siguiente, al no comparecer el cirujano brutal ante Maximilia, esta fue personalmente a examinarla. Sobreponiéndose al terror de morir calcinada como sucedió con el emperador, usó reliquias sagradas para hurgar entre las prendas de la chica, y se sorprendió al ver que no había heridas, no había sangre, y que todo estaba en su lugar. Ordenó buscar al matarife, sin éxito. Luego mandó a que compareciera ante ella la priora del grupo local, que tenía afinidad con las posturas iconoclastas. Maximilia averiguó si la muchacha pertenecía a su orden y si, por ventura, la autoridad papal regía sobre su conducta. “Nada de eso” dijo la priora que, separando violentamente las piernas de la muchacha, arrancó su clítoris con una tenaza. Esa noche no se encontraron huellas de la priora ni de la ablación.
Finalmente, en janeiro de 6401, Holanda fue lanzada al espacio a su suerte. Tiempo después, cuando el imperio iconoclasta fue abatido, muchos trataron sin éxito de encontrar el navío que llevaba su cuerpo, pero su santidad Mateo XXXII la beatificó en 6537. Su sucesor Baltasarián III, el Negro, la canonizó un 10 de nevoso de 6554.
Suele ser invocada por pacientes que deben someterse a extracciones dolorosas. Se dice, pero la Santa Sede lo niega, que sea matrona de las chicas pajeras.
Santa Holanda Clit reducida

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