
13 años ya de Istar
Estos versos de Liset Lantigua me parecen esculpidos o tallados, o moldeados, sobre la materia primigenia del mito y de la vida, como si fueran una sola cosa… ¿Será que tuve otras vidas que estos versos me suenan, me son tan familiares, y me parecen naturales testimonios de primera fuente, que de a poco me cercan y se aproximan contundentes e ineludibles?
¡Ah, las citas! Para probaros que es cierto ¿no?:
Si han de marchitarse las montañas de olivos,
las llaves de los golfos del Sur,
su poca tierra, (el subrayado es mío)
si va a imponerse el vino de la piel esteparia
que nos volvía duros
en los días de muerte,
si van a ennegrecernos los tendones
de estos puentes en calma,
dinos al menos cuándo tenemos que saltar
y sobre qué zapatos o qué llagas,
dinos al menos beban
cuando la herida fluya como un vino
sucedáneo,
a deshora
Más adelante hay otros versos que dicen:
Dinos al menos suerte
cuando no sepas nada,
cuando emigres del lienzo a la caricia
y nos recuerdes rotos,
trocados por el sumo de la fe desterrada (el subrayado es mío)
(De “Oración”).
Al comienzo de mi lectura de Istar, la diosa de la estrella de 8 puntas, la diosa alada, los versos fueron emergiendo al amparo de la ley de la lectura impresa, de 1 en adelante, de izquierda a derecha, y de arriba a abajo. Doy con un verso subrayado que dice:
… oscurecido por el follaje que apuntala las nubes
El verso es visible, veo las imágenes, me transmite el deber y la audacia del apuntalamiento. El verso pertenece a la introducción del conjunto “SUEÑO”. Los versos hablan de Nínive
Otra vez esto de volar
sobre el rostro violento del animal que acecha.
Otra vez esto de verlo arrepentirse,
de endilgarle a la vida la queja que lo oprime
porque Nínive pasta sobre su cuerpo manso,
no se cansa de ahondarlo con sus plantas
en el sitio de pecho
oscurecido por el follaje que apuntala las nubes
donde el prisma del día es un anuncio vago.
El entusiasmo que despierta en mí estas frases proviene de mi sospecha de que la que declama es la misma Istar. Como Machado, que anda muchos caminos, que abre muchas veredas, que navega en cien mares y atraca en cien riberas, prosigue Istar renuente a ser abreviada o resumida (corro el riesgo de provocar su ira, pero si no tendría que reproducir íntegro el poemario):
He visto a la gente partir hacia las frondas en barcas
diminutas,
cobijarse en la sed con la humedad del limo
y repartir cortezas a los locos que pintan el aire…
(de “He visto a la gente”)
Se prodiga Istar en traducirnos el “fondo” basándose en las evidencias de la forma, en los veneros de luz, de la creación, en la factible inversión de los tiempos que incide en la negación de la noche, dique de la implacable tarea que se arroga el mar:
La forma es sólo el gesto que aprehendimos
desde la luz primera,
el impacto del haz en nuestro grito.
En la incomodidad de no tener un nombre
un rostro nos alivia.
Como quien va a viajar sin compañía
y espera en el arribo
que un animal fantasmal lo trastoque
con el humo del puerto,
en un atardecer inverso que va al día,
que renuncia a la noche y sus augurios
de tempestad cerrada.
Pero sin otra noche el mar se nos encima,
nos baña las paredes,
nos golpea
con la misma humedad con que acaricia
la espuma de su borde,
con el mismo impudor con que arrebata
los hilos de una novia,
con el duro verdor con que revela
que la cumbre es el fondo… (De “Fondo”)
No faltan jamás las atareadas vecinas de Istar, tan sufrientes, tan heridas, tan cercadas por fatalidades
La del ijar de luna y de ceniza…
se envuelve sobre el filo dormido de su cuerpo
y danza…
sin los hijos…
Tenías razón, Demócrito:
No se debe morir luchando por Patria ajena…
(de “Mujer de Abdera”)
O:
… Que una mujer ande así como si nada
Da mucho que pensar…
Da mucho que decir que su corazón ande aún…
(de “Cuando dejó la casa nueva”)
…Nadie llegó ni dijo qué ha pasado,
ni dejó los pendones y las hachas
ni preguntó quién es…
Nadie dijo que al Sur están las minas de oro
y de diamante,
ni le mostró las manos o la herida
de cuando un viento le cortó la voz.
La cabaña es azul y queda lejos.
Ella bebe en su jarra de miel,
abre los ojos,
en el sueño las luces se apagaron…
Ni un solo hombre vino a despertarla. (De “Una jarra de miel”)
Y ahora entremos al segmento “ORÁCULO”. Esta sección de Istar está preñada de sonetos. De pronto emerge la rima con sus ritmos, su métrica solvente e insaciable nos ciñe y seduce. Abre con el Oráculo de la caída ninivita:
Nahum cierra el oráculo sagrado
y la sangre desciende hacia su centro.
Los heridos de espaldas, bien adentro,
vuelven al rostro el suelo mancillado
… Nínive se abre sórdida, humedece,
hace más blanco el muslo de la noche,
y regresa al placer con su fantasma
Pero este otro soneto me deja sin palabras:
Antes que el aire rompa su abolengo,
señora con sombrero y piel de encaje,
deberá oscurecer un poco el traje
sobre el pecho vencido de Marengo.
No ve, señora, el aire llega rengo,
llega por tierra, solo, sin ropaje,
como quien ha perdido su equipaje
y vuelve por la vida de otro sueño.
Señora, si ha llorado, si la brisa
le recuerda la estatua envenenada
por las raíces crudas, desolada,
en medio de dos bancos de ceniza.
Bese el nombre y la frente y la sonrisa.
Vuélvalo a enamorar como si nada.
(De Marengo, 1800 —Frente a la estatua de un soldado—.)
Este lector se da por colmado… Pero aun hay más:
Este es un bosque ralo junto a un río que sube,
pocas aves y un punto donde la sal convoca
cientos de mariposas bajo la misma nube,
con el mismo color, sobre la misma roca.
Es un bosque más bosque a medida que sube
el río desde el tallo que la tierra coloca.
Donde nunca hubo un tallo recostado ni tuve
otra zanja más zanja sin agua que mi boca.
Es un cielo de paja que arborece de pena,
sobre un borde de helechos que la noche inaugura
contra un claro de polvo que no está, ni se apura
a nacer, y estremece al final de su vena.
Me canta un canto triste la corriente insegura.
Sobre el techo de la luna es más ajena. (De “Agreste”)
Nada he dicho de la sección “Vida” ni de los poemas de la sección “Adiós”. Pero quedo en deuda con ustedes. ¡Penitenciágete!
Pero recuerden: en cuanto a las deudas que se asumen con los libros, estas sólo merman con su relectura… Pero, como también se dan indultos, provocados estos por vuestras lecturas, quedo en espera.
Algunos versos, y apuntes al margen:
“No vayan a la vida sin las manos repletas/ sin la empalmada siesta de retazos silvestres”
La risa tiene poderes; vuelve el tema de apuntalar:
“Su risa vuela en vilo sobre nuestros contenes, /
apuntala la sombra del balcón perfumado “
“Y la historia es muy larga y hay páginas perdidas”
Inversiones del tiempo, de la gravedad, del espacio físico:
“La arena se levanta como una lluvia inversa”
“En su falda los sustos parecían helechos”
El libro “Mi amada Istar” fue editado y publicado por la Casa de la Cultura en 2004. Su autora aún tiene varios ejemplares de su magnífica obra.