Nunca he ganado uno, para variar.
La primera ocasión que participé muy ecuatorianamente, es decir a última hora, hice lo que sé hacer: una propuesta, unos objetivos, que los generales, que los particulares, una justificación del tema (era una puesta en escena artísticamente multidisciplinaria: “Los dioses también cantan boleros”), “sucedía” la trama en la Provincia de Santa Elena (esta es una de las pocas veces que reniego de que ahora la Península sea provincia: mis mejores imaginaciones se anclan por allá). No me percaté que había unos protocolos que cumplir, que había que llenar unas formas y todo lo demás. Naturalmente responsabilicé a esa “pequeña falla” mi no selección.
El año pasado participamos con mi compadre Joaquín Serrano en una propuesta bellísima de arte pictórico hacia y desde los poblados costeños. Y no fuimos favorecidos.
Este año mí compadre andaba en proyectos propios y yo estaba entre la creación de una obra (unos cuentos de CF) o —se me ocurrió también a última hora—: generar el V Encuentro Internacional de Narrativa de CF “desde el Ecuador planetario”. Parecía irresistible. Llevábamos cuatro encuentros, este debía ser el quinto. De los aborígenes concertados, deberían respaldar Clarita Medina en RRPP, el Iván Rodrigo -que es muestro historiador de CF-, Roberto Cevallos; y los escritores Santiago Páez, JD Santibáñez, Jorge Val Miño, Leonardo Wild, Eduardo Villacís, entre otros; todos pensados, no todos consultados. De los extranjeros el único con el que hablé fue con mi pana Yoss, porque el hombre tiene hoy tal fama, que hay que arrejuntarlo contra el calendario para darle pista en nuestros aeropuertos. Nada dije a los otros para no entusiasmarlos. Pero ahora no importa, nada te dije Su (Susana Sussmann), le dije al Beff, que le hubiera encantado venir en familia (le canté la plena, desde luego), nada le dije al Néstor Darío Figueiras, ni a sus supuestos acompañantes, el poeta César Ayra y Laura Ponce, ni al Iván Prado, de Bolivia. Consideré que era buena fecha fines de enero pues aún estaría en vigor el año lectivo, y aún quedaban algunas semanas antes de la jornada electoral; y pregunté por los pasajes y si fines de enero, era considerada época alta, media o baja. Fue presupuestado. Averigüé por los hoteles, por el traslado, por la jama. Fue presupuestado. Por los gastos de difusión, por la impresión de libros, habladores, “flyers”, etc. Hasta el etcétera fue presupuestado. La propuesta incluía una nueva antología de cuentos largos de CF ecuatoriana… Y que las universidades y que los colegios, y que los clubes de lectura, que las poblaciones de la provincia…Todo fue presupuestado. ¡Y nada! Casi sufro una crisis de alferecía cuando supe del terrible desenlace.

¿Qué paso? ¿Qué no puse? ¿A dónde se fueron mis dotes de encantador, de persuasivo, de seductor?
Algunos panas me dan respuestas basadas en experiencias previas, en la parcería entre los de siempre con otros que también han sabido ser de siempre. Y recordé cierta ocasión, cuando asistí a la rendición de cuentas de la gestión del Min Cultura de 2014 si la mente no me traiciona (tengo una mente cada día más traidora, pero eso cae en la competencia de la salud) y efectivamente en el rango del patrimonio la inversión era interesante. Y como soy mal pensado retuve en la mente el total, comparé con los datos que fluían del vocero sobre la inversión en la Sierra Norte y central, y resulta que la inversión era del 70% del total. La división fue mental (en eso trabaja muy bien, la infame) pero cabe que no fuese el 70 sino el 60, o sino el 50… Igual, como que la distribución NO es igualitaria. Pero pensemos ahora en mi ciudad y en Quito. Camino por, no digo el centro histórico, por la 10 de agosto… ¿Cuántas casas patrimoniales puedo contar a lo largo de unas 10 cuadras. Hago el mismo ejercicio en Guayaquil… ¿Para comenzar, por dónde? Digamos la 9 de Octubre. ¿En cuánto queda la relación de bienes muebles patrimoniales? ¿2 a 1, 3 a 1, 4 a 1, 10 a 1? Ahora bien, para mí es natural que la inversión deba tener cierta concentración; ¡después de todo Guayaquil se nos quemó como cuatro veces! Lo que no es natural, y que no me cuadra, es que la destreza del carpintero de ribera esté virtualmente perdida en la costa ecuatoriana; a tan pocos les ha importado que no haya un solo proyecto de salvataje de esos conocimientos de ancestralidad, como dicen ahora.
Pero andamos con los fondos concursables. De eso se trata.

La primera duda: ¿y se repartió el dinero tal como estaba previsto? SÍ. Hasta creo que se ha dado de más. Si mis números no han fallado, y una vez revisado el veredicto, resulta que en Guayaquil se repartió algo más de 150 mil dólares versus 140 mil, que era lo estipulado en el programa. Como provincia estábamos embarcados con cuatro provincias más para un fondo de 160 mil. No sé cuál será el criterio de reparto entre estas 5 provincias así que no me quedó otra que dividir para 5, lo cual implica que debieron darnos unos 30 mil, pero recibimos ¡un poco más de 100 mil! Que reclamen los otros.
¿Quiénes recibieron? En lo mío: que esta vez fue literatura. ¿Cómo no me va a alegrar que el “conde” Martillo, que detesta hablar de Literatura —porque prefiere hablar en verso— pueda crear poesía como sólo él lo hace? No creo que su selección se afiance en algo distinto. Está Jorge Osinaga, que es uno de los más ácidos y divertidos críticos del régimen (y que, por cierto me ha eliminado de sus contactos -aquí: un emoticón triste-), en cuya no hay favoritismo que pese y que se lleva el fondo de lo buena que es su propuesta. Y fuera ya de mi provincia, me alegra por ejemplo, lo del “Pato” Montaleza, yo sé por todo lo que debe pasar para que su festival siga con vida.
Y también están unos de siempre… Sus propuestas implican eso que se llama continuidad, que es muy bueno, y que no se debe confundir con continuismo, pero que debiera admitir cierta alternancia, por favor; otros seguramente se saben “la receta” para postular bien, llenar formatos y todos esos protocolos que, así nos duela, son de uso corriente en todas partes del mundo; y/o habrá otros que son bendecidos por el inefable espíritu de las musas.
A mis panas de la CF, ¿qué les digo? Que siempre nos damos modos para saber en qué andamos. Hace unos lustros, cuando recién nos dio por narrar en CF, a propósito de un concurso nacional de novela, la CF fue ninguneada porque “no se ajustaba a la tradición literaria del Ecuador”, según me contó un miembro del jurado. Pero todo lo que he publicado fue premiado en certámenes que NO eran de CF específicamente. Por hoy, no me interesa saber quiénes hicieron de jurados en estos fondos concursables, pero eso sí: no tienen idea de lo que se pierde Guayaquil , algunos poblados de la provincia, y buena parte de su gente.