El tema de esta acuarela está vinculado con una visita que hice a la aldea de Punta del Faro, en la Isla de Jambelí, al extremo norte del archipiélago del mismo nombre. Se trata de un conjunto de casas de caña que alberga una población constituida por unas 50 personas cuya edad promedio es 72 años. Ocupación primordial: pesca artesanal.
Ocasionalmente, para las vacaciones, llegan visitantes para disfrutar de su mar –manso la mayor parte del día– y de la limpieza de sus playas. Más, sucede que en estas ocasiones son visitantes avispados, no los nativos, quienes lucran de otros turistas vendiendo comida preparada… y, para variar, dejan los desechos en las playas.
Esta comunidad de pescadores construyó cobertizos de caña para sombra y descanso de eventuales turistas. También, como ocho años atrás, dentro de un programa de estímulo a su actividad ancestral, fueron construidas tres edificaciones de caña guadua, madera y cubierta de cade… Al momento esas edificaciones muestran síntomas del paso del tiempo y algunos de sus componentes se han deteriorado. Sin embargo la inversión para su restaurarlas sería modesta, pero lo ideal sería que cualquier inversión que se realice contemple soluciones integrales para esta comunidad de gente mayor.
El poblado, en lo que respecta a infraestructura básica, tiene electricidad; cámaras sépticas sirven para disponer de sus desechos; y una tubería de 4 kilómetros los pondría en contacto con agua potable del poblado de Jambelí, situado hacia el sur, por la playa…
Por otra parte la comunidad lamenta no contar, en el continente, con una plataforma de mareas que sirva para descargar su pesca. Y es que hasta hace un par de años tuvieron una, con historia y todo:
La Autoridad Portuaria de Puerto Bolívar, bajo cuya jurisdicción se encuentran los muelles de cabotaje del puerto, llegó a un convenio con la Casa de la Cultura de El Oro, para que haga uso de las instalaciones del antiguo muelle de cabotaje; allí la CC de El Oro podría realizar presentaciones artísticas, exposiciones, y demás actividades propias de su competencia y objetivos. En tales circunstancias la CC de El Oro habría llegado, a su vez, a un acuerdo con la comunidad de Punta del Faro para que haga uso de una plataforma de marea como desembarcadero –virtualmente– particular de su pesca. Esta situación se habría dado porque el muelle de cabotaje actual, unos 200 metros al norte, se especializa en el embarque de pasajeros y turistas, y sus operadores no quieren saber nada de los aromas del pescado ni de pescadores (ni de alcatraces, pelícanos, gaviotas, palomas, y de todas las aves que por tradición o novelería comen pescado).
Con el paso del tiempo la Autoridad Portuaria y la CC de El Oro terminaron con el acuerdo que los vinculaba, y la AP dispuso de la plataforma. Y así fue como esta comunidad se quedó sin embarcadero.
El caso es que la aldea envejece, sus integrantes más jóvenes migran y se dedican a otras actividades, y no hay recursos para mantener la integridad estética del poblado. En cuanto a las autoridades municipales, según los pobladores de la Isla, no muestran gran interés en su desarrollo ni en sus problemas. ¿Podrá el “Turismo Comunitario” sentar allí una cabeza de playa?
