-¿Qué llevas allí?
-¿Mamá?
-Te pregunto qué guardaste en el bolso.
-Un traductor universal…
-¡Tonterías! Eso NO existe. NO sirve. NO es verdad. Pero en el supuesto que te sirviera, ¿qué vas a traducir?
-Ya hablamos de esto, madre. Está decidido.
-Pero no tienes mi permiso
-Sabes que no lo necesito, ¿verdad?
-Legalmente, jurídicamente, oficialmente; pero yo digo que NO vas.
-No me atormentes, mamá. Si pudiera convencerte… Me voy, madre.
-¿Con ese atuendo?
-Mira: ¿ves? Soy una beduina del desierto, siglo XIX… Y ahora una mujer de Éfeso en los albores del cristianismo… Y ahora una cortesana en la dinastía Han…
-Que no se te ocurra hacer de puta, por si no lo sabes…
-Lo sé perfectamente, no te preocupes, entre los dispositivos de este atuendo hay un disuasor gestalt. No corro peligro…
-Hay mucho que hacer aquí, preciso ayuda, y la niña se va
-Madre, desde que cazaron ese cometa ya no hacen falta los hidropónicos, tus cultivos tienen agua abundante, hasta puedes bañarte cada semana… Además volveré al instante que sigue, así me tarde 100 años por allá…
-¿Y, quién quiere una ayudante senil?
-Madre, dame tu bendición, ¿sí?
-¡Muchacha terca!
Una viajera en el tiempo. ¿Si el viaje en el tiempo fuera posible se causaría la tan temible paradoja temporal?
LikeLike
Quién sabe… En algunos relatos míos esas paradojas se producen o se presume que han sucedido. Por lo general no suceden, pero hay una enorme escrupulosidad para que no se den
LikeLike