Ponencia en Morelia


PRIMER ENCUENTRO DE ARTE Y PENSAMIENTO IBEROAMERICANO
MORELIA, MICHOACÀN, MÈXICO
ANTECEDENTES DE LA CULTURA POPULAR EN EL ECUADOR
(Ponencia propuesta por Fernando Naranjo)
1. UNA VISION PERSONAL
Este es un recuento personal de la cultura ecuatoriana que he preferido desarrollar desde la costa de mi país, por tratarse de una región que conozco bien, y porque de las otras regiones hay suficientes ilustraciones con nevados, iglesias barrocas y ponchos multicolores en el marketing turístico internacional.

Me concentro en el pensamiento ecuatoriano, en sus orígenes y desarrollo, principalmente en lo que atañe a las dos ideologías más relevantes de nuestra historia: la religión cristiana -en su versión católica- y el liberalismo. De los resultados de esta confrontación, donde el liberalismo estaba llamado a despertar la conciencia ciudadana para que pudiera asumir los roles que la modernidad demandaba, se observa cuan ilusas pueden ser las pretensiones de unos, y cuan sagaces pueden ser las reacciones de otros; y si bien la religión sufrió una fuerte sacudida en sus cimientos, ¿qué podemos decir del liberalismo? Del reblandecimiento de su radicalismo surge la imposibilidad ecuatoriana de asumir los roles de la modernidad, con la consecuencia gravísima de de que los pasos dados de allí en adelante, nos llevaron de manera lamentable e ineludible hacia el subdesarrollo. Hasta el siglo XX lo comenzamos con retraso. Para Fernando Tinajero el siglo XX comenzó para el Ecuador en 1922, con el episodio de la primera matanza de obreros en las calles de Guayaquil. Yo lo enlazo con otro episodio acaecido 3 años antes: el supuesto suicidio del poeta Medardo Angel Silva.
No tuvimos radio hasta 1929, pero sólo desde la década de los 40 se puede decir que la radio se consolidó y, para prueba de su eficiencia en 1949, en Quito, se dio el mismo fenómeno que en los Estados Unidos provocara Orson Wells con “La guerra de los mundos”; esta vez el escenario de aterrizaje de los extraterrestres fue el Panecillo; la gente devino en turba cuando se enteró del “engaño” y quemó las instalaciones de la radio y del diario El Comercio.
Yo nací, me crié y formé en los gloriosos tiempos de la radio, aprendí a leer en los cómics que alquilaban en los abarrotes de la esquina y, mientras hacía los deberes, escuchaba radio- novelas de acción: Capablanca (con enmascarado de capa y espada, y una tal Lady Leonora de víctima inocente); “Luis Dragón”, el conquistador del espacio, un Flash Gordon de lo más sabroso con el profesor Molthus en lugar de Hans Zarkov, y Cenia en lugar de Delia Arden; mamá contaba con el “Derecho de nacer” emigrado desde México, supongo, o con las desventuras de Yanko, el gitano, o las desgracias de Minie, el ángel del barrio. Al medio día, cuando regresaba de la escuela y después del almuerzo, era infaltable el concierto Pepsi Cola, gracias al cual siempre he condenado a la música clásica a coexistir con la hora de la siesta; venía luego “Arpegios del Plata”, o “Cafetín de Bs. Aires”. En algún momento la radio se desbandaba en cante jondos o en las coplas de la Dolores, la flor de Calatayú, tampoco recuerdo ya a qué hora era la hora del Bolero y de las rancheras, pero era seguro que los fines de semana en el barrio reinaba el valse peruano en medio del desborde de cerveza de los peloteros de la calle. También había nichos para el pasillo ecuatoriano, pero hasta hoy tengo la impresión de que el pasillo participa de una topografía que en la costa no cuaja del todo. Tengo la certeza de que todo es cuestión de comenzar a subir la cordillera, sobrepasar los mil quinientos metros y el pasillo suena divino.

2. LA PUJANTE CULTURA POPULAR
Para el 19 de abril de 1966, a tres meses de cumplir mis 12 años, gobernaba el país Clemente Yerovi Indaburu de manera interina, luego de que lo hiciera la dictadura de una junta militar de ingrata recordación, como cualquier dictadura que se precie de torpe. Era un martes, según pude constatar en la red, por tanto aun no comenzaban las clases de aquél período lectivo, que era el último de mi primaria.
Todo esto tenía por entonces varias implicaciones: que en mi vida ya existían los Beatles y los Stones, que teníamos una radio donde escucharlos, que hacía mucho tiempo que había dejado de cantar “12 cascabeles tiene mi caballo” (probablemente ya ni recordaba a “Joselito”, que era una especie de Pedrito Fernández de mi niñez) puesto que en su lugar sonaba frenéticamente I can´t getno; y que mi abuelo tendría sus razones para sostener que don Clemente Yerovi no era más que un peón asalariado de la oligarquía. Lo cual no era del todo cierto. Don Clemente fue un hombre abrumadoramente honrado. No era un revolucionario radical por supuesto, pero tampoco era un reaccionario fundamentalista; era una especie de Cincinato que renunció al poder cuando terminó lo que tenía que hacer y no permitió que lo perturbaran más.
En fin, de ese 19 de abril recuerdo con exactitud a las criadas de la casa, principalmente Rosa, que gimoteaban adoloridas. Rosa fue la que me contó el motivo de su dolor: había muerto Javier Solís.
Doce años después había terminado el segundo curso de arquitectura, en el Ecuador gobernaba otra dictadura militar, aunque ya se preparaba el retorno a la constitucionalidad. Este año habría de salir “Siembra” de Rubén Blades y Willie Colón, Stars Wars llevaba como un año en cartelera y Travolta aparecía con su ridiculez a cuestas de la mano de la música disco, lo más deplorable del pop. Era 9 de febrero de 1978 cuando se fue de este mundo Julio Jaramillo.

SIGLO XX, PROBLEMÁTICO Y FEBRIL

Una de las interpretaciones más celebres y populares de Julio Jaramillo es el pasillo “El alma en los labios”, poema del vate porteño Medardo Ángel Silva, nacido en los estertores del siglo XIX y que muriera trágicamente, en circunstancias a mi modo de ver demasiado liricas para ser ciertas, un 10 de junio de 1919 a la inconcebible edad de 21 años.
Gobernaba el país don Alfredo Baquerizo Moreno, un intelectual liberal (nada radical cuyo programa social incluyó, por ejemplo, el fin de la prisión por deudas. Este ingrediente debería llevar al fin del concertaje, una de las instituciones más inhumanas y deplorables heredadas gustosamente por los terratenientes republicanos desde tiempos coloniales. ¿En qué consistía el concertaje?
El concertaje era un convenio vitalicio entre el hacendado y el trabajador campesino carente de tierras (el concierto). Este y su familia se comprometían a trabajar para un hacendado todo el año o la mayor parte de él por un pago en anticipos de dinero, grano o animales, un pedazo de tierra prestado (huasipungo) para el sustento de su familia, una cuota mensual o trimestral en granos, una muda de ropa para el año, el agua de la hacienda, la leña del monte y un sitio para el pastoreo de sus animales. Aunque estaba convenido el pago de un jornal, se le descontaban de él los daños en las sementeras, rebaños y hatos, con lo que el concierto vivía constantemente endeudado. La deuda se trasladaba a la viuda y a los hijos.
Una de nuestras novelas más célebres, de Jorge Icaza, narra con toda su crueldad precisamente esta mezquindad ya sin adjetivos que fue el “Huasipungo”; una institución más perniciosa y cruel que la misma esclavitud, y que fue harto difícil desinstalar del aparato productivo de las sierras ecuatorianas. El maldito concertaje sobrevivió hasta la década del 60 cuando la reforma agraria lo erradicó casi en forma definitiva.
Ahora bien, Medardo Ángel Silva vivió en este breve remanso político, que siguió a la época realmente tumultuosa y sangrienta de la revolución liberal, de la reacción conservadora y de las alianzas entre conservadores y liberales tibios; después anduvo enamorado de una chica de 15 años, a quien le dedicara justamente “El alma en los labios” antes de descerrajarse un tiro en la cabeza, en presencia de la niña.
¿A quién leía Medardo Ángel Silva? En su idioma original, fruto de su talante autodidacta (no terminó el bachillerato ni fue a la universidad), a Verlaine, Rimbaud, Baudelaire; naturalmente a Amado Nervo, cuya muerte literalmente lo angustió. Se sabe que una ilustración de portada de uno de sus libros era una pintura prerrafaelista, se sabe que tocaba muy bien el piano, que no se separaba de su Kempis, a menos que fuese al momento de fornicar, supongo. Naturalmente, por su condición de suicida no fue enterrado en el cementerio general de la ciudad, lo que nos lleva de inmediato a plantearnos por lo menos 2 cuestiones: la de la religiosidad y la del laicismo.

UNA RELIGIOSIDAD REALMENTE VIEJA
Por desgracia este planteamiento nos lleva momentáneamente lejos de nuestro sector espacio-temporal, y nos trasladamos a la alta edad media, en la época de los reinos visigodos asentados en la península ibérica.
Los visigodos comparecieron ante la historia por la época de Tácito. Originarios del sur de Suecia, atravesaron el Báltico y se habrían asentado en lo que hoy sería el norte de Alemania. Se desplazaron hacia el sur, descendieron por el Dniéster hasta llegar a las orillas del mar Negro, donde hoy es Ucrania. Para fines del siglo III los godos eran una real amenaza para el imperio romano y en época de Aureliano se tomaron el control de la provincia Dacia, al otro lado del Danubio. En el siglo IV se dio el primer contacto godo con el cristianismo en plena expansión, pero se trataba de la versión cristiana conocida como arrianismo. El imperio, con el tiempo, invitó cordialmente a los visigodos a cruzar la Galia y entrar a lo que ahora es España donde se mantendrían ocupados luchando contra otras tribus.
Y ya estamos en el siglo VI. Los visigodos se han expandido hacia el sur de la península ibérica y después de dos siglos seguían siendo devotamente arrianos en un mundo cada vez más y más católico romano. Hasta el 586 cuando se convirtieron al catolicismo y, en un acto alarmante de renuncia, virtualmente desaparecieron todo rastro de la cultura visigótica arriana: “era como si los nuevos católicos debieran hacer penitencia por su pasado herético y ser mas católicos que los demás católicos.” O más papistas que el papa. Los reyes visigodos demostraron su ortodoxia siguiendo acciones firmes contra los no católicos, y adoptaron una actitud sumisa ante al clero católico romano. No en vano la inquisición fue todopoderosa en España, no en vano esa herencia católica habría de reforzarse con el paso de los siglos y se mantuvo intacta en su esencia por la época cuando los conquistadores llegaron a las Américas.
Y así, luego de este simpático periplo estamos en los albores de nuestras jóvenes repúblicas, tratando de armar un estado de cosas más tolerante y llevadero para los descendientes de los indígenas conquistados, de los negros esclavizados, de los mestizos ubicados en el limbo social y económico de sus respectivas sociedades, y de los mismos descendientes ibéricos venidos a menos, en oposición a la hegemonía clerical que emanaba de la metrópoli española.
CUANTIFICACIÓN IDEOLÓGICA DE LOS GOBIERNOS ECUATORIANOS
Y ya somos pues, independientes. ¿Habría algún motivo ideológico motivando la conducta de estos alzados, de tal manera que se aprovechara la independencia como episodio revolucionario? La respuesta es un lamentable NO. Tal vez en Guayaquil, con mucho teatro y simbolismo, los chicos masones involucrados en la sedición contra la corona armaron la escenografía de fondo de la famosa fragua de Vulcano, que tanto nos inculcaron en la escuela sin decirnos siquiera qué cosa era una fragua, y mucho menos quién era Vulcano.
Un recuento ideológico de los tipos de gobierno que comenzaron a regirnos por entonces dice que el conservadurismo llegó al poder en el país un 48.5% de las veces; que el 43% correspondió a regímenes liberales, en su mayor parte tibios y en el fondo tan fustigados por los rigores del catolicismo como el que más (la esperanza de que los más radicales equilibraran la balanza conservadora con iniciativas y obras es vana: apenas el 20% de esos liberales fueron radicales, masones algunos, tan combatidos y desprestigiados que recuerdo a mi bisabuela despotricar contra el anticristo mundial en la figura del masón. El comunista, aun era una novelería incomprensible que tardaría muchos años en ser revelado por obra y gracia de la guerra fría). Apenas un 8.5% podría decirse que fueron gobiernos de centro izquierda. Entre 1830 –cuando se conformó por fin la república del Ecuador-, y 1900 hubo 53 gobiernos. ¡Aquello quiere decir que el promedio de duración fue poco menos de año cuatro meses por cada uno! Una vez declarada la independencia, ¿cuántos conservadores o liberales llegaron al poder en una franja de cincuenta años? Veinte fueron gobiernos conservadores vs. nueve liberales.

EL LAICISMO
Sin embargo de lo cual, y a pesar de las penurias de Medardo Ángel Silva, para cuando fue profesor de escuela, aquel nombramiento sólo fue posible gracias a la instauración del laicismo, que ya operaba en el Ecuador desde 1906. Don Eloy Alfaro se habrá revolcado molesto en su tumba cada vez que el vate muy piamente o estrafalariamente rezaba del Kempis viejo y ajado que llevaba consigo. Después de todo Eloy Alfaro, dispuso alguna vez que el escritor colombiano Vargas Vila fuera representante del Ecuador ante la santa sede, y que se generara todo un escándalo cuando este se negara a inclinarse ante Leòn XIII, argumentando que él nunca se arrodillaba ante un mortal. Cómo iba a soportar que un poeta hijo de sus correrías revolucionarias, profesor de escuela en lugar de un cura, leyera mas del Kempis que cualquier cura.
Ya desde su primera constitución de 1830 “en nombre de Dios, autor y legislador de la sociedad”, el Ecuador declaró: “La Religión Católica Apostólica, Romana, es la religión del Estado. Es un deber del gobierno en ejercicio del patronato protegerla con exclusión de cualquier otra… (De aquí, hasta que se diga lo contrario, las citas entre comillas corresponden a la investigación del historiador Enrique Ayala Mora)
“La preeminencia de la iglesia no solo cubría el ámbito del Estado, sino el de la sociedad toda. No era solo lo que podríamos denominar un fenómeno político, sino global. Las prácticas y costumbres, la organización de la familia, las fiestas domésticas y publicas, el calendario mismo, estaban regidos por normas eclesiásticas
¿Cómo se habían dado las cosas en otros lugares del mundo?
Los procesos de secularización fueron de la mano de la modernización, de la industrialización y de la urbanización en países de Europa.
“… En el caso del Ecuador fue diferente. La tendencia de consolidación estatal no vino acompañada de una reducción del poder clerical y de cierto nivel de tolerancia, más bien al contrario. Y el más grande motor e impulsor de la idea de imbricar las relaciones entre la iglesia y el estado fue el presidente García Moreno, y toda la modernización que su mandato lograra, porque ciertamente que la hubo, incluyendo principalmente la educación, contó con la ayuda y soporte de la iglesia, para lo cual vinieron gran cantidad de religiosos que se encargaron de escuelas, colegios, asilos y otras instituciones.
Hay que reconocer algo: “El sentimiento religioso y la profunda lealtad al catolicismo fueron y son, sin duda, elementos vitales de la identidad nacional ecuatoriana que, lejos de desaparecer, se mantuvieron tenazmente arraigados en los más amplios sectores del pueblo, que no vio, en el conflicto, cuando este finalmente se dio, una lucha contra el clero politizado y reaccionario sino una agresión, a veces feroz, contra su más profundos pensamiento.
“El clero y el conservadurismo defendían el funcionamiento de los establecimientos privados confesionales que ya existían, y la creación de los nuevos. Su argumento se asentaba en la vigencia de la libertad de conciencia que el propio liberalismo defendía…. Pero habiendo perdido el control del Estado y de buena parte del poder político, concentraron su esfuerzo en mantener el control sobre la sociedad… y levantaron la propuesta de defensa de la familia como eje de la sociedad.
“Con esta consigna se mantuvieron y crecieron los establecimientos católicos… Pero actuaron también en otros ámbitos de la sociedad y lograron un importante desarrollo de la organización femenina, a tal punto que, mientras en otros lugares del mudo aquello fue el resultado de tenaces y prolongadas luchas contra el sentimiento sexista de supremacía masculina, en el país la influencia del clero en la consecución del voto de la mujer fue determinante.
Ahora bien, un año antes de la gran masacre de trabajadores en Guayaquil (dicha masacre fue en 1922, como 3 años después de la violenta partida de Medardo Ángel Silva de nuestro valle de lágrimas) un cronista extranjero pasa por la principal ciudad de la costa ecuatoriana y nos da una descripción alentadora y optimista del presente y del porvenir de la ciudad y del país.

LA DESCRIPCION FORANEA
El visitante se llama Blair Niles. El sujeto es simpático: ha superado, y con creces, el impacto de los tendales de cacao y de su aroma y nos topamos con el hecho cierto de que su descripción de Guayaquil es el de sitio “pintoresco y fragante”. Lo cual debe sorprendernos ya que Guayaquil por entonces carecía de alcantarillado sanitario; era el puerto más importante de una república de no mas de 2 millones de habitantes y con una paridad cambiaria respecto al dólar que habíase modificado de 2 sucres por dólar a 3.5; situación que entre varias otras habría de provocar la masacre arriba citada.
Como fuere, el caso es que nuestro amigo está fascinado por una ciudad de edificios elegantes y sobrios, de arquerías que resguardan comercios y entrepisos poblados por familias, tranvías tirados por mulares, uno que otro automóvil. Enumera la gran cantidad de artículos que muestran los bazares en sus vitrinas. En uno de estos locales hasta es posible adquirir artículos sanitarios modernos como baños, excusados, lavatorios. Las librerías solo venden libros en español.
“El desarrollo de estos países jóvenes –reflexiona nuestro amigo-, dan ocasión a reflexionar hondamente si pensamos que es posible que las jóvenes democracias latinoamericanas repitan necesariamente los errores, las equivocaciones y las faltas de las naciones viejas.” Y añade, digamos que candorosamente, “¿Se podrá intervenir de una manera delicada y amistosa para evitar que estos países más adelantados tuvieran la franqueza de declarar sus pecados y no contentarse con generalizar abstracciones y teorías? Mientras tanto los tontos llaman a estos países repúblicas de opereta.
Nos cuenta de la lotería y de la fabulosa cifra de 25 mil dólares, o 50 mil sucres que era el premio mayor. Esta lotería hasta hoy es regentada por la Junta de Beneficencia del Guayas, una organización creada por Eloy Alfaro. Ya pocos recuerdan que durante décadas fue regida por masones. En sufragio de esta organización habrá que reconocer que ha sobrevivido a cuanto intento de restarle ejecuciones y actividades de soporte en la mantención de hospitales y hospicios, y hoy que es a todas luces un baluarte de nuestra pujante y derechizada burguesía, sigue resistiendo sin dejar de ejecutar su tarea originalmente encomendada por el viejo luchador.
Mientras tanto nuestro amigo no deja de admirarse de la enorme cantidad de creyentes arrodillados en el interior de la catedral.
21 años después, históricamente cercanos a la gran revuelta del 28 de mayo, episodio revolucionario conocido como “La Gloriosa” y que tuvo su apogeo igualmente en Guayaquil, otro viajero nos da las siguientes semblanzas: ¡Su aeroplano se ha detenido en Guayaquil, rumbo al Peru! O sea que hay aeropuerto. Es instalado en el “Grand Hotel” por la Airways y allí pregunta al botones que haría si no tuviera que trabajar. El sujeto le responde luego de titubear que estaría en el American Park, construido según los innumerables “Luna Park”, “Riverside Park” o “Savin Rocks” que existen en todos los EUA. No hay diversiones mecánicas espeluznantes pero la gente sabe divertirse. El sujeto –Albert Franklin- se siente en su elemento, las descripciones de los paisanos presentes las conoce de sobra por sus incursiones en los libros del escritor José de la Cuadra y en los del Alfredo Pareja Diezcanseco, los muchachos visten con camisas polo, hay pobreza pero no servilismo. Muchos mastican chicle –como buenos parientes de sus primos de estos lares-, las muchachas son bellas, con atuendos hechos en casa en sus maquinas Singer en base de catálogos estadounidenses. Textualmente Albert dice de ellos: “Es el hombre nuevo de las Américas del que hablan José Vasconcelos, Moisés Sáenz y Uriel García, el hombre sin conciencia de raza, el hombre que, por carecer de vínculos tradicionales con Europa, siente en toda su plenitud la fuerza “telúrica” del nuevo continente…” El sujeto cruza un ramal de agua salada, el estero salado, donde la gente se baña o alquila botes de remo, entra a una cabaña para comer. Varias parejas danzan al son de música de la radio, hay un ambiente de tranquilo confort, a pesar de lo cual Guayaquil siempre ha sido con frecuencia punto de partida de revueltas contra gobiernos.
Aparte del Concejo municipal, la universidad del Guayas con su tradición liberal y legalista, dispone siempre de un conjunto de jóvenes idealistas, para mantener agitadas las aguas de la política.
¿La causa? La caída de los precios internacionales del cacao, la depresión mundial, la existencia de la URSS y la nueva igualdad con las masas. Los intelectuales, según nuestro amigo Franklin forman el grupo de personas más simpático que existe sobre la Tierra. Su alto grado de interés por todos los asuntos culturales, políticos o económicos, y su capacidad de discutir, con encono, más bien con la sensación de participar en un derecho sagrado, dar a su trato la calidad dinámica de la certidumbre de que lo que dicen y piensan tendrá valor… tienen la suficiente grandeza para comprender nuestro punto de vista, para hacerse una idea de lo grande y fuerte que debemos creernos, y lo insignificante que nos debe parecer, así como para perdonarnos la repugnante condescendencia y superioridad de que a menudo somos culpables… Han descubierto que entre nosotros hay sentido del humor… Y nunca olvidaran que somos hermanos de Pearl Buck, de John Steinbek, de John Dos Passos, de Upton Sinclair, de Langston Hughes, autores que leen en traducciones. No podemos ser todos malos, dicen, si somos capaces de producir escritores revolucionarios como Pearl Buck. “

RUTAS DE LOS MODOS DE PENSAR
Con frecuencia nos dejamos llevar por prejuicios lejanos maquinados en inventados para durar y tener éxito como tales. Por ejemplo nuestra burguesía siempre habla de nuestro atraso económico y social y ponen como ejemplo de prosperidad a los EUA o a los Tigres del Asia, y no se dan cuenta que parte de ese retraso es su propia incompetencia como inversionistas, o por simple falta de cojones, se quejan de las políticas pro laborales de nuestras leyes y reniegan de que eso ahuyente a la inversión extranjera ya que ellos tienen su plata celosamente guardada en las Caimán.
Pero veamos el caso del pensamiento que es lo que nos compete y concita.
¿Existe realmente un pernicioso retraso que luego se traduce en otras áreas y competencias? A veces resulta que sí, que hay atrasos algo chocantes, como el caso de liberales metidos a beatos, o peculiaridades idiosincrásicas del pueblo que entorpecen las comprensiones que demanda el mundo actual. Pero el caso es que culturalmente hablando tales atrasos no existen. Aunque perniciosamente modelos del pensamiento acojan como propios y como ciertos varios de esos mitos echados a rodar y recogidos por todos en América Latina. Para no ir muy lejos, en mi casa, por años mi padre predicaba que la música española más linda que había escuchado era el Capricho español de Rimsky Korsakov y Granada de Agustín Lara. Es obvio que allí en esas declaraciones llenas de ironía y humor teledirigido hacia algún ibero mal parqueado había mucho de leyenda negra, y de no haber sido por los programas radiales de cante jondo, por los pasodobles de la Sara Montiel, por obra de Lola Flores, y por la emergencia de Serrat en nuestras vidas, habría seguido sosteniendo lo mismo sin que nadie en casa lo confrontara.
Pero revisemos ahora el estudio introductorio que sobre el Pensamiento Idealista Ecuatoriano realizara el Dr. Horacio Cerutti Guldberg. El estudio abarca las publicaciones de 7 intelectuales ecuatorianos: Gonzalo Zaldumbide, Nicolás Jiménez, José Rafael Bustamante, Fernando Chávez, Aurelio García, Víctor Garcés y Guillermo Bustamante, que reniegan del positivismo, y que pasan a formar parte de la reacción idealista, propia del idealismo alemán de entre guerras; mis compatriotas están ubicados ideológicamente entre liberales moderados (5) a socialistas moderados (2), nada de radicalismos en estos foros. Todos han sido inflamados y seducidos por José Enrique Rodo, por las actitudes de Renan, por las posturas metafísicas de Bergson, por la reivindicación de la belleza por vía del ensueño en oposición al mero sensualismo positivista (realismo naturalista), o por la idea del dios niño preconizada por Rodó, fascinación esta última que nos prepara para entrar en un terreno donde la mística va de la mano de la defensa de la propiedad privada y donde la promoción de la magia como camino hacia la verdad no estará reñida con las simpatías por Bakunin (por eso de la evasión).
Semejante alejamiento de la problemática histórica concreta se advierte en los círculos católicos, donde predomina la filosofía neo escolástica, ”donde hallamos un persistente divorcio de la reflexión filosófica respecto de la temática del país, una sensible distancia entre los intereses teórico – filosóficos más serios y mejor equipados desde el punto de vista metodológico y conceptual… no queremos decir que haya una ceguera total para el contexto histórico, pero se tiende a pensar que los motivos del filosofar no tienen por qué comprender una problemática que parece estar reservada a la investigación científica en el plano teórico y a la acción política en el práctico.”
Esta postura equivale a una especie de “documentación anticipada de un fracaso”; y en tal virtud, a su, o a sus voceros no les quedó otro recurso que curarse en salud y buscar la causa de tales “atrasos” en el no ser más que un simple reflejo de la sensibilidad y creatividad de la Europa central. Jiménez señalará “que los españoles carecen de actitud valorativa respecto de su propio pasado y que no han cultivado una historia de sus creaciones intelectuales al modo que los franceses la cultivan.” La pregunta que resalta es por que no se lo propusieron así estos pensadores… Tal vez porque en su distanciamiento voluntario de la realidad cotidiana y ante lo inexorable e ineludible de su existencia, mas les preocupaba ser comprendidos por ese público, pero sin “aplebeyarse”. Este desprecio por las fuerzas intrínsecas de la historia se ha vuelto patente entre nuestras clases dominantes, que oponen en todas sus visiones al hombre político e inexorablemente corrupto, al hombre de espíritu; a pesar de que sus cuadros populistas o neo liberales surjan precisamente de su seno. Y como corolario se atreven a culpar de nuestro retraso a la ignorancia del pueblo, una ignorancia que les ha sido perfectísima durante los años de dominación de su remedo capitalista.
Y así mientras el pensamiento idealista desarrollaba tenaz y ágilmente –y hasta en la práctica- su programa de educación moral, al otro lado se daba la gran eclosión de la novela social, cuyo objetivo de educar a las masas tenia fines naturalmente opuestos a los de los pensadores idealistas. Autores como Guillermo Bustamante sostenían que la defensa de la propiedad privada y el enfrentamiento con teorías sociales que preconizan la parcelación de las haciendas es una parte importante de la moral que se debe inculcar en el pueblo. El proletariado debe aprender a reprimir sus excesos en busca de salarios desmedidos.
Un ciclo del liberalismo se cumplió así: desde su combatividad progresista hasta su decadencia conservadora; igualmente los esfuerzos de los intelectuales de extracción popular por llevar a cabo, mediante la obra de arte, una educación redentora que terminaría por dispersarse en las fauces del populismo, surgido de “La Gloriosa”, y cuya veta no se sabe cuándo terminará. Sin embargo la herencia del laicismo aun no ha sido debidamente aprovechada, y antes de que se pierda o dilapide, es menester invertirla sabiamente en el clásico futuro de la patria: los niños.
CUESTIONES DE IDENTIDAD
Antes de terminar es menester hablar de un protagonista insoslayable en cualquier óptica de la cultura popular en nuestros países. Toda vez que el espacio-tiempo escogido abarca un siglo, no hemos topado nada más que de soslayo la presencia indígena porque la cultura ecuatoriana, incluso en su sector popular, es mestiza. Pero recientemente, diríase mejor que en las últimas décadas, los organizados y tenaces conglomerados indígenas de mi país han resuelto convertir su voz en un haz de opiniones que precisan de la atención de todos, y por tanto han adquirido un peso político incuestionable… Tal, que hasta la derecha los ha llamado a compartir espacios de poder; así: de manera abierta y pública y en igualdad de condiciones. Los indígenas, por mucha distancia que hayan interpuesto con el actual gobierno les han dado, como dicen los chicos de mi ciudad, media hora de yuca. Sin embargo no debemos caer en generalidades simplistas. Todo lo contrario, debemos recordar la gran diversidad de etnias y culturas que habitan nuestro altiplano. Etnias que tienen un pasado grandioso, glorioso y también tortuoso. Cuando los españoles llegaron a nuestra serranía se toparon con una civilización, a ratos sofisticada, cuyos nombres de ciudades fueron escrupulosamente respetados por los conquistadores, de manera que tenemos ciudades como Latacunga, Chunchi, Riobamba, Sigsig, Simiatug, Chimbo, Chanchán, Quito.
Mucha literatura se tejió alrededor de estos indígenas. El doctor Antonio Sacoto, a propósito del centenario del nacimiento de Jorge Icaza, el creador de “Huasipungo” no pudo titular su libro de otra manera que esta: “Indianismo, indigenismo y neo indigenismo en la novela ecuatoriana”. Huelga mencionar que ningún indígena de mi país ha escrito novela con cualquiera de estos ismos. He aquí una frase contundente donde Agustín Cueva cita a Mariátegui: “Una literatura indígena vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios estén en grado de producirla.”
En nuestra costa hubo otros indígenas. Sus productos no son ponchos, naturalmente, ni sus fiestas –paganas, si es que precisan de clasificación- no se han mezclado en exóticos sincretismos con las fiestas cristianas, ni se han derivado en deslumbrantes santerías. Estos indígenas no crearon civilizaciones. A lo mejor no les interesaba; el caso es que prueba de contactos con culturas mucho más desarrolladas y realmente lejanas (al otro lado del Pacifico, por ejemplo, lo cual implica un alto grado de conocimientos de navegación, por decir lo menos) las hay en abundancia en los museos y en los estudios arqueológicos. En ocasiones los pobladores adoptaban cierto sedentarismo (y cultivaban maíz, por ejemplo) y luego volvían a la caza y hasta al forraje. La conquista con estos pueblos fue particularmente inmisericorde, a tal nivel que su lengua –a diferencia de lo que sucedió con los pueblos de las sierras- está completamente perdida y no sabemos que significa Tugaduaja, por ejemplo, Chanduy, Engunga, Sacachun, Engabao. Este olvido terrible crea, naturalmente serios problemas de identidad, que igualmente se traducen en dramas culturales, sociales y de expresión que van de lo triste a lo deplorable. Pero también es cierto que hay una tenaz voluntad de recuperación de dicha identidad, que se rastrea, con dificultad pero con empeño, entre los disfraces con que se ha disimulado por siglos la identidad de estas hembras y sus hombres, con sus apellidos, sus nombres, su sexo y su domicilio, y su carnet de identidad. No sé si se habrán dado cuenta que he utilizado unas estrofas de la canción de un catalán para expresar musicalmente esta idea. Francamente espero con mucha ilusión que alguna vez estos foros tengan como invitados a los productores de esta cultura que hoy por hoy se está desempolvando y no gracias a la voluntad de unos mestizos educados y simpatizantes de estas etnias, sino por su propia voluntad.

Los créditos:
Bibliografía consultada
Enciclopedia del Ecuador “Océano”;
Enrique Ayala Mora, El laicismo en la Historia del Ecuador, Revista ecuatoriana de Historia, # 8
Simón Espinoza, Edufuturo, portal de internet http://www.edufuturo.com
Isaac Asimov, La Alta Edad Media, Alianza Editorial
Agustín Cueva, Literatura y conciencia histórica en América Latina, Letraviva-Planeta
Antonio Sacoto, Indianismo, indigenismo y neoindigenismo en la novela ecuatoriana
Silvia Vela Ugalde, La Gloriosa. Editorial El Conejo
Ecuador en los ojos de afuera, compilación de Pedro Saad Herrería, colección Luna Tierna, Campania de lectura Eugenio Espejo
Pensamiento Idealista Ecuatoriano, Estudio introductorio y selección de Horacio Cerutti Guldberg, Corporación Editora Nacional

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